sábado, 29 de septiembre de 2012

Un cuento sobre la Justicia (Parte 3)


Viajé por muchos lugares, cruce por varios meses un mar, hasta llegar a tierra firme y entonces…bueno, creo que ustedes ya conocen la historia de como encontré a su bisabuelo, fue en un pequeño rio pescando, platicó conmigo y gracias a él pude ser maestra en la escuela de un pueblo…sí, estoy diciendo un pueblo porque era un lugar donde no había ningún rey, todo era distinto, no pienso que perfecto, pero si distinto.

Su bisabuelo y yo nos casamos, tuvimos a sus abuelos, a sus padres y ellos los tuvieron a ustedes, no vivimos con los lujos con los que viví en un castillo pero tampoco vivíamos en las condiciones que vivía antes de llegar a la iglesia, todo era tranquilo.

Nadie nunca supo de esta historia, nadie sabía cómo había sido mi vida antes de conocer a su bisabuelo, siempre que platicaban sobre mi niñez, infancia o adolescencia les indicaba que yo había nacido el día que conocí a su bisabuelo, le daba un beso y todos suspiraban. Ni siquiera el propio bisabuelo sabía lo que me había ocurrido, no sabía nada de príncipes o reyes, ni siquiera me atreví a contarle el día en que entere de lo que ocurrió con los reinos de los reyes décimo quinto.

Como todas las tardes del último domingo de cada mes, la gente iba ansiosa al muelle a esperar a los migrantes que llegaban a las nuevas tierras, todo terminaba en una fiesta popular por las noches, sin embargo siempre era bueno compartir con toda tu comunidad. Muy en el fondo mi motivo personal para asistir era encontrar a algún sobreviviente del ultimo reino que había abandonado, quería saber que todo se encontraba bien, que había armonía, paz y que el rey, mi rey, por fin era feliz, dentro de mí quería escuchar que me seguía queriendo.

Aquellos domingos interrogaba a todos para saber de que lugares provenían, pasaron un par de años y nadie sabía ni conocía ese reino, pensaba, únicamente para consolarme, que no encontraba a nadie porque habían mejorado las cosas y nadie quería escapar de un lugar tan maravilloso como el que me describía mi antiguo prometido.

Hasta que un día de una embarcación bajo una de las doncellas que me acompañaban siempre, iba con un capataz del rey que iba a ser mi esposo, al principio no los logré reconocer porque eran unos ancianos para la edad que en realidad tenían, se encontraban muy mal de salud, e incluso, la que era mi dama de compañía había perdido la vista, tardamos varias horas en poder hablar y cuando por fin lo hicimos esperamos a quedarnos solos, comenzamos a llorar y me contaron todo lo que había ocurrido en el reino desde mi partida.

Cuando yo me fui el rey efectivamente leyó la nota y mandó a buscarme por todos los medios posibles, hubo varios días en los que el personalmente salió a tratar de hallarme sin ningún éxito, el rey se volvió más duro en su carácter, lleno de odio continuo con la guerra y la población no soportó más y desfalleció, ambos reinos desaparecieron y ambos príncipes murieron en manos de sus enemigos, ni la doncella y ni el capataz sabían a ciencia cierta cuando había muerto el rey, un día fue en una batalla, dijeron, pero no sabían exactamente en cual porque después de la batalla de su muerte aun continuaban las luchas y fue entonces cuando murió el otro hermano, para ese entonces la población estaba extinta, las construcciones destruidas y los reyes de los otros reinos se fueron, los pocos sobrevivientes hicieron lo mismo y así fue como llegaron a las nuevas tierras.

Cuando acabaron de contarme esa historia, supe que el amor de mi vida finalmente había terminado. No me lo tomen, y con esto no les indico que a su bisabuelo no lo quería, simplemente sucede que existen personas que marcan  nuestras vidas de una manera significativa y pase lo que pase, siempre los recordaras, incluso ameritará sentarse con sus bisnietos en una cálida noche y contarles la historia de esas personas.

Esa es toda la historia de aquel hermoso reino que existió alguna vez en un lugar muy, muy lejano. Como ya les he dicho la historia nadie la sabía hasta ahora, también saben que soy muy anciana y que es obvio que mis días están contados, así que la historia no estará completa sin decirles qué es lo que decía la nota que le dejé al rey numero décimo quinto:

 

Mi amado príncipe,

Es un orgullo decir que el destino efectivamente nos unió, sin embargo soy yo quien decide alejarse, ello no quiere decir que no te amo…te amo y mucho pero tengo que irme porque así te ame mucho, amo más mis principios y mi forma de pensar, me amo a mi misma.

En la vida he sufrido cosas que no te podrías imaginar, pese a que las sabes, viví desde mi primer día de nacida con injusticias tanto naturales como las mismas que ha creado el hombre, supe lo que era que un bebé muriera por una enfermedad, que una madre falleciera abandonando a su bebé y a una niña, eso para mí no es justicia ni divina, ni de la naturaleza, para mi fue totalmente injusto. Supe lo que era vivir sin comer, hurgar en la basura para luchar por sobrevivir, pensé que todos vivíamos de esa forma hasta que llegue al palacio y vi como vivían ahí dentro, supe que era la desigualdad, la falta de libertad por no tener los medios suficientes para salir adelante, la injusticia social y distributiva, la injusticia que provocaba el propio hombre al hombre.

Cuando te conocí llenaste el vacío que tenia y entonces me hablaste de tu reino donde había justicia, igualdad y libertad, sin saber las personas que vivían ahí que gozaban de todo eso, pero eran felices, después de la división del reino todo se transformó para mal, era como si hubieran trasladado el reino del que provenía al reino del hombre que mas amo.

No puedo vivir así, así que decido huir, es lo que se hacer cuando se me presentan este tipo de situaciones. Sé que en unos años diré que Dios es tan injusto porque si llego a ser feliz, no será a tu lado, cuando todo lo que de jóvenes planeábamos estaba lleno de dicha y felicidad. Debo de reconocer, pese a que te amo, que tuvimos un final fatal y deprimente. Viviré queriendo saber que sucedió contigo y con el reino, sé que será una gran agonía no poder saber rápidamente lo que les paso y nunca me perdonaré si algo te pasa y no estoy a tu lado, pero aun así decido marcharme.

Hasta los últimos días de mi vida, te recordare, te soñare, te extrañare, te llorare y te amare siempre, estarás en mis pensamientos y en mi corazón donde sea que vaya, porque te amo, y éstas…son mis últimas palabras…

 

FIN

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