LOS
JUEGOS “JUSTOS” DEL HAMBRE
Maribel
LIMA ROMERO
En el dos mil ocho, Suzanne Collins, aclamada escritora de literatura
juvenil, publicó el best-seller “Los
juegos del hambre”, novela del género distópico y ciencia ficción
adulto-juvenil, siendo el primer libro de la trilogía de los juegos del hambre.
La autora dice que la idea de dicha historia llegó a ella un día cuando cambiaba
los canales de televisión y se mezcló la competencia de unos adolescentes en un
reality show con la cobertura de una
guerra, dicha mezcla fue muy inquietante para Collins. Aunado a ello, Suzanne
retoma la mitología griega para rescatar elementos centrales de la trama de su
libro, basándose claramente en el mito griego del Tauro de Minos, en el que la
ciudad de Atenas se vio obligada a enviar a siete jóvenes y siete mujeres a
Creta para ser devorados por el Minotauro, sirviendo como fuente de inspiración
para la nación de Panem, y Collins explica: que Creta estaba enviando un
mensaje muy claro: metete con nosotros y vamos a hacer algo peor que matar, vamos
a matar a sus hijos.
El libro trata sobre una chica de dieciséis años, Katniss Everdeen, que vive
en un mundo post-apocalíptico donde un gobierno llamado el Capitolio tiene el
poder después de varios desastres, naturales y humanos, que han acabado con la mayoría
de la población humana a nivel mundial y del territorio, recursos y forma de
vida actuales, se trata de una época futurista donde la población ha destruído
a la misma población y ahora sólo conviven los sobrevivientes de grandes
desastres.
Posteriormente una guerra por la supervivencia deja a Panem, lo que es en
nuestra actualidad Norteamérica (dividida en 13 distritos controlados por el
Capitolio) un lugar donde es posible tener todo lo que uno quiera sólo con
chasquear los dedos, en contraste con la pobreza y decadencia que presentaban
todos los distritos. Sin embargo llegaron los “días obscuros”, cuando los
distritos lucharon por la supervivencia y por salir de la miseria. El
Capitolio, gracias a sus avanzadas tecnologías, riqueza, control y poder,
consigue la sumisión de doce distritos y la aniquilación del décimo tercero.
Para que todo el mundo recuerde que los “días obscuros” no deben repetirse se
planifican "Los Juegos del Hambre".
Los Juegos del hambre es un reality show, un evento anual televisado por el
gobierno que consiste en una sangrienta competencia en la que un chico y una
chica de entre doce y dieciocho años de edad, por lo tanto dos de cada distrito
deben luchar a muerte, sin norma alguna y los chicos que pierden mueren, existe
un solo ganador, quien tendrá la fama de todo Panem y todas las riquezas
inimaginables. Es decir, ingresan en un escenario arreglado por el gobierno del
Capitolio, veinticuatro jóvenes, ofrecidos como tributos, su única misión es
sobrevivir a costa de la vida de los otros contrincantes, el último
sobreviviente es el ganador de los juegos del hambre. La selección e los
tributos es por sorteo en un evento llamado cosecha o bien presentándose voluntarios
para ir al espectáculo televisivo.
Ya pasados setenta y cuatro años de los “días obscuros”, la gente de Panem
está acostumbrada a trabajar hasta agotarse y morir, pero unos pocos valientes
se arriesgan a luchar y desafiar al Capitolio.
Hasta aquí hemos dado un breve resumen de las bases del libro tratado, sin
embargo podemos reflexionar sobre la justicia o injusticia que presenta la
ciudad futurista creada en la narración.
Estamos seguros que la trilogía que tratamos de analizar refleja una aplicación
clara de la modernidad líquida Baumaniana. El individualismo, la pérdida de la
comunidad y de los valores, así como el reinado de la frivolidad reflejado en
la explicación de los que es la modernidad líquida por Zygmunt Bauman, nos
llevan a concluir que la ciudad futura e imaginaria de Panem es la cumbre de la
modernidad estructurada por Bauman.
Pero, ¿cómo se relaciona la teoría de Bauman, los juegos del hambre y la teoría
de la justicia? Ya sabemos que Panem es una sociedad líquida, dentro de una
sociedad así los valores se modifican y se componen de forma un poco diferente
a lo que en una comunidad sólida creemos que están establecidos, la justicia también
se verá modificada, en esta tesitura podemos pensar que los juegos del hambre,
no pueden ser calificados de justos o injustos.
Podríamos decir que los juegos son justos para todos los habitantes del
capitolio, ya que es un castigo por haberse levantado en contra del propio
gobierno, podemos decir que es justo y hasta natural que los jóvenes sean
liberados en una arena bajo las mismas circunstancias y que luchen por
sobrevivir, como lo hacen las especies en el medio ambiente natural, ninguno
recibe un trato diferente, es justo que sólo sea un ganador pues si lo
manejamos de forma análoga con otros campos de la vida humana, la obtención de
un trabajo o la evaluación de un examen de selección, por ejemplo, son muy
pocos ganadores finalmente. De forma contraria encontramos la injusticia de los
juegos debido a que los habitantes de los distritos son obligados a enviar a
sus representantes a morir, sin alguna necesidad, además viven en situaciones
infrahumanas a diferencia de la gente del capitolio, sus tributos mueren como diversión
para la población banal de la capital. Podemos decir que entendemos la
injusticia que se cometen pero los juegos del hambre tal como lo indicó su
creadora está basado en mitología griega, a su vez en el coliseo romano,
cuantos centenares de hombres murieron en el coliseo para diversión de los
romanos y no se cuestionaba que tan injusto podría resultar.
Para afirmar o negar que los juegos del hambre son o no justos, debemos reconocer
que no hay respuesta correcta para esa cuestión, cada uno la contestará de
acuerdo a lo que individualmente creamos que es la justicia, lo que es el bien
y lo que es la felicidad, sé de ante mano que son conceptos indefinibles, pero
el asunto no es tratar que todos crean lo que nosotros asumimos como cierto,
sino que actuemos de la mejor forma posible siempre pensando en que no somos una comunidad
sólida, sino que empezamos a estar en una modernidad líquida y si no queremos
seguir desvalorizando, necesitamos aferrarnos a todos los conceptos y valores,
que son inconceptualizables pero sí podemos sentirlos, recodemos que los
valores, incluída la justicia no es el fin o el objetivo, sino es el camino.
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