DÍA
DE MUERTOS Y LOS DERECHOS HUMANOS
Maribel
LIMA ROMERO
Dos de las celebraciones más
importantes de México se realizan en el mes de noviembre. Según el calendario
católico, el día primero está dedicado a Todos los Santos y el día dos a los
Fieles Difuntos. En estas dos fechas se llevan a cabo los rituales para rendir
culto a los antepasados. La celebración del Día de Muertos, como se le conoce
popularmente, se practica a todo lo largo de la República Mexicana. En ella
participan tanto las comunidades indígenas, como los grupos mestizos, urbanos y
campesinos.
El ritual de Día de Muertos
conlleva una enorme trascendencia popular, su celebración comprende muy
diversos aspectos, desde los filosóficos hasta los materiales. La celebración
de Todos los Santos y Fieles Difuntos, se ha mezclado con la conmemoración del
día de muertos que los indígenas festejan desde los tiempos prehispánicos. Los
antiguos mexicanos, o mexicas, mixtecas, texcocanos, zapotecas, tlaxcaltecas,
totonacas y otros pueblos originarios de nuestro país, trasladaron la
veneración de sus muertos al calendario cristiano. Antes de la llegada de los
españoles, dicha celebración se realizaba en el mes de agosto y coincidía con
el final del ciclo agrícola del maíz, calabaza, garbanzo y frijol. Los
productos cosechados de la tierra eran parte de la ofrenda.
Los “fieles difuntos”, en la
tradición occidental, son y han sido un acto de luto y oración para que
descansen en paz los muertos, al ser tocada esta fecha por la tradición
indígena se ha convertido en fiesta, en carnaval de olores, gustos y amores en
el que los vivos y los muertos conviven, se tocan en la remembranza.
El día de muertos, como
culto popular, es un acto que lo mismo nos lleva al recogimiento que a la
oración o a la fiesta, sobre todo esta última en la que la muerte y los muertos
deambulan y hacen sentir su presencia cálida entre los vivos. Con nuestros
muertos también llega su majestad la muerte, baja a la tierra y convive con los
mexicanos y con las muchas culturas indígenas que hay en nuestra República. Es
el reflejo del sincretismo de dos culturas: la indígena y la hispana, que se
impregnan y crean un nuevo lenguaje y una escenografía de la muerte y de los
muertos.
Los indígenas representan la
ferviente lucha de que las tradiciones no deben morir, pese a la occidentalización
que se pretendió durante muchos años sus tradiciones han logrado sobrevivir.
La relación que existe con
los derechos humanos es que si bien se analiza la reforma al artículo segundo
constitucional, se habla de una nación multicultural, ahora bien, ésto aunado a
la concepción de que los derechos humanos se encuentran impregnados a lo largo
de toda la constitución entonces podríamos concebir, que el reconocimiento de
los derechos indígenas, sus tradiciones y costumbres son parte de los derechos
humanos, y pueden estar considerados como tales, en esta tesitura la tradición del
día de muertos, todo lo que implica en cuanto a costumbre podría ser
considerado como un derecho humano, en beneficio de un sector que por mucho
tiempo fue discriminado pero que es igualmente valioso, los indígenas.
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